Friday, March 2, 2012

QUIEN SOY YO?




SOMOS UN SOLO SER VERDADERO y somos seres interdimensionales: Somos un SER (Alma) que habitamos una biología (Cuerpo físico) y a la vez, somos habitados por la Energía Vital (Espíritu) de nuestro Padre Creador. Juan (14 – 16.18 - 26). En consecuencia, nuestra tarea es: primero informarnos, luego tomar conciencia de ello y entender que ese ser YO que somos no nació ayer, y no va a morir mañana, aunque ese cuerpo que habitamos así lo haga. (Juan – 3.6).

Las energías. Imagínese querido lector que usted y yo y todos nosotros estamos permanentemente rodeados de un fluido electromagnético que se llama ondas de radio, esas ondas están interactuando de manera permanente con nosotros, sin que nosotros seamos conscientes de ello, en esas ondas viaja la información de todos los medios de comunicación. Esas ondas son una forma de energía y están vibrando de manera constante, a diferentes velocidades fijas, que llamamos frecuencias.

Existen unas ondas de energía que vibran muy rápido y otras que lo hacen de manera muy lenta. Las que lo hacen muy lentamente nosotros las percibimos como ondas de sonido, otras que vibran más rápido, nuestro sentido no las percibe y la llamamos ultrasonido. Las energías más rápidas que el ultrasonido son las ondas de energía que llamamos ondas de radio y solo las podemos captar con aparatos especiales, que todos nosotros usamos cada día, como el teléfono, la televisión, la radio. etc…

Además existen otras ondas de radio mucho más rápidas que nuestro sentido del oído no captan pero que si son captadas por nuestra visión, estas ondas de energía las llamamos la luz del sol, con todos sus colores. La energía de color rojo es más lenta que la energía del color violeta, pues bien, nuestro sentido de la visión no puede captar ni las energías más lentas que el Rojo, ni las energías más rápidas que el color violeta.

Además de todas las anteriores existen unas ondas de energía muy lentas que nuestros sentidos no captan: se llaman energía de ultra baja frecuencia, en las cuales trabaja nuestro cerebro llamadas ondas alfa, y otras de vibraciones extremadamente rápidas que no son captadas ni por nuestros sentidos ni por los aparatos de radio convencionales que todos conocemos, estas energía se llaman los rayos cósmicos que son recibidos en todo el planeta, y provienen de la infinidad del Universo.

Hasta ahora les he mencionado ondas de energía que siempre han existido pero que el ser humano nunca fue consiente de ellas hasta que con los adelantos científicos el ser humano los fue descubriendo. Y luego que los descubrió, pues ha aprendido a utilizarlas y además ha aprendido que esas energías tienen una influencia muy fuerte en el funcionamiento de nuestras células y por lo tanto en todo nuestro cuerpo, ya que afecta su funcionamiento, para bien o para mal, dependiendo de cómo sea manejada esa energía.

Pues bien, a pesar de todos los adelantos científicos de nuestra civilización, todavía existen muchas otras energías que igual como sucedió con las ya mencionadas, existen y están a nuestro alrededor, pero no las percibimos con nuestros sentidos, al menos no de manera voluntaria; ni tampoco hemos inventado los aparatos para poder detectarlas, como ya lo hicimos con las ondas de la TV o de la Radio. Estas energías corresponden por ejemplo a las ondas mentales, las ondas de la gravitación universal, las ondas de energía que conformaría lo que las religiones llaman el alma. Esto, solo para dar unos ejemplo, los más obvios, sobre formas de energía, sobre las cuales o no somos conscientes de su existencia, o si las percibimos, no tenemos el conocimiento ni la tecnología para tener control sobre ellas.

Nuestra mente genera energía cuando pensamos, por ejemplo: si yo pienso en mover un brazo, mi cerebro genera una energía, que viaja por los conductos apropiados a través de mi sistema nervioso y esa energía produce un efecto en mis músculos, para que mi brazo se mueva. Esa energía mental es igualmente radiada al espacio que me rodea, y esa señal no sería otra cosa que una señal equivalente a una señal de radio y de una frecuencia determinada que otro cerebro podría captar, igual que una onda radio. Sin embargo, esto todavía no lo podemos hacer, porque no hemos desarrollado los conocimientos necesarios para hacerlo. Esa energía existe y es real, aunque muchos quieran, o pretendan ignorarlo.

Siguiendo este orden de ideas, sería bueno preguntarnos ¿qué pasa con nuestra alma, de qué clase de energía está conformada? ¿No estará nuestra alma conformada por algún tipo de energía que todavía nuestros científicos no han descubierto, pero que sin embargo todas las religiones mencionan?

Nosotros como alma somos energía y su frecuencia básica nos da el plano del universo al cual quedamos asociados; esta frecuencia es el resultado de diversos factores: nuestro plan de vida, y las restricciones consecuencia del historial de toda nuestra existencia; además de los planes que se tiene para cada uno de nosotros, de acuerdo a las necesidades, misiones, planes celestiales de trabajos por hacer y para los cuales debemos estar entrenados. Estos planes incluyen tareas en un determinado plano y el cuerpo físico que debemos tomar para cumplir con cada tarea. Hay cuerpos físicos de diferentes características y para diferentes planos. Mientras estemos fuera de cualquier vehículo, nuestra alma es energía y no tiene forma definida, al menos no como la convencional en la tierra.

En el centro del universo, desde donde se coordinan todas las tareas de cada universo, se emiten energías codificadas que no son más que información en diferentes bandas o canales de energía, y para diferentes propósitos. De acuerdo a como este conformada la energía de nuestro ser y el valor de la frecuencia fundamental que cada uno de nosotros tenga, somos receptores de la información exacta para ejecutar los planes y designios que nos corresponde a cada uno. Una parte de esta información va para nuestro Ser, otra parte de esta información va para nuestro Yo Superior… y así para cada ser o grupo de seres.

Esa es la energía a la cual tenemos que estar sintonizados cuando entramos en el Orden de Dios, para hacer el camino de Ascensión. Si no estamos sintonizamos con esa energía, no tenemos oportunidades para ascender y nuestro Ser sigue sintonizado solo con las frecuencias del plano en donde existimos y con quienes tienen el control del plano en donde estemos. Los controladores también reciben esa energía codificada con órdenes desde el centro del universo para que los seres bajo su control sean entrenados de acuerdo a ciertos propósitos, prestablecidos.

Esa energía codificada es la que rodea nuestro Ser. Esa energía, los seres humanos todavía no la podemos detectar con nuestros conocimientos actuales, pero allí está y nuestro Ser la recibe y la metaboliza, combinándola con las energías que nosotros mismos generamos de acuerdo a nuestros propios actos, conocimientos, emociones, etc. y comportamiento en general. Esto es lo que está explicado en los diferentes evangelios de diferentes maestros. Esta energía no es más que información codificada, y es lo que en los libros sagrados se conoce con el nombre de bendiciones.

En consecuencia, con nuestras decisiones y acciones nosotros establecemos la frecuencia fundamental en la que nuestros Ser vibra, y esas acciones nos generan consecuencias con las que se va armando nuestro futuro próximo y mediato (Ley de causa efecto). Esas frecuencias se combinan con la energía generada por los planes divinos, más nuestros propósitos y deseos de acuerdo a nuestros objetivos personales. Todo lo anterior da como resultado una energía que los seres humanos conocemos popularmente como el destino, o como la buena o mala suerte.

Este destino está definido pero no es inmutable. ¿Cómo lo podemos cambiar? Con conocimiento, con arrepentimiento, con reparación, con perdón, con trabajo por los demás, es decir con amor. Estas acciones junto con la actitud correcta realizadas de manera continuada nos colocan poco a poco en la frecuencia del Orden de Dios, aumentando la frecuencia fundamental de nuestro Ser, y colocándolo en sintonía con nuestro Yo interior, la energía de Dios que está en nosotros. Esto es la Ascensión, de la misma manera como las aves migratorias se elevan cuando se colocan en una corriente de aire ascendente, así nuestra alma se eleva a Dios cuando hacemos su voluntad.

En la realidad nuestro Ser (nuestra Alma, nuestra esencia) es una unidad de energía enlazada con El Dios Padre nuestro creador, donde el eslabón es nuestro Yo interior; pero ese enlace es VOLUNTARIO (Libre Albedrio). Podemos librarnos de ese enlace cuando queramos y actuar por nuestra cuenta; pero cuando nos soltamos, entonces el camino de la Ascensión se hace lento, largo y demasiado complicado porque se pierde el rumbo; existimos y hacemos lo que queremos, pero pronto le perdemos el sentido porque las metas, y propósitos que no están en el orden de Dios generan un vacío interior muy fuerte que los humanos llamamos Infelicidad.

Mientras tengamos claro que nuestro propósito es Dios, las bendiciones nos llegan y nos mantienen en la corriente de la ascensión hacia EL. Aunque muchas veces no seamos consciente de ello.

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